Después de una semana algo
cansada y con mucho todavía por hacer, estay con las manos en un juego del celular y los
oídos escuchando música del ordenador, echado en la cama. Después de haber
gastado el doble de lo normal en un partido de fútbol, que jugué la mitad de lo usual, no era el mejor
humor el que tenía y siendo las 3 a.m. no estaba lo suficientemente cansado
para dormir, sin embargo decidí apagar todo y recostarme.
-¿A dónde vamos a tomar?-
pregunto a mis amigos con los que estaba reunido, los cuáles respondieron: aquí
nada más. Estoy en la sala de una casa nada inusual, por la puerta entraba una
caja de cerveza y no sé de qué puedo preocuparme. Muchas risas pasaron en las
horas que estuvimos en esa estancia pasando el alcohol. Me siento de lo más
normal con estos nuevos amigos que ya conociéndolos medio año, es la primera
vez que experimentamos una experiencia
de esta clase.
Poco a poco se empieza a disipar
la reunión y yo, como siempre que la paso bien, decido quedarme hasta el final
con un monto considerable de bebida aún. Es un momento muy callado en el cual
entra mi hermana pidiéndome que ya vaya a la cama, yo asiento sin rondar mucho
la situación e intento esbozar una conversación con mi compañero de al lado,
tratando parecer lo más sobrio posible; pero se me dificulta mucho enlazar
palabra con palabra, convenciéndome de mi estado de ebriedad. Siendo consiente del
estado en el que me encuentro, me tranquilizo y pienso sobre la situación en la
que estoy: un par de amigos que no son los mejores, una sala que no conozco,
una salida que no encuentro y un cuerpo que no domino. –Sólo quiero dormir- es
todo lo que logro decir antes de tumbar la cabeza entre mis brazos, siendo la
forma más sencilla de apaciguar mi impaciencia.
Me despierto y me siento sobre la
cama con un dolor en el estómago, un dolor ya bastante conocido, y busco un
lugar donde vaciar lo que bebí toda la noche pero al ver alrededor mío reconozco
dónde estay: mi habitación. Me calma saber que ya estoy en casa, pero dura bien
poco la tranquilidad, porque empiezo a sentir en mi boca lo regurgitado, mi
primer instinto es arrojarme sobre el costado pero hay una alfombra. Ya es muy
tarde para un intento de ir al baño, tengo llena la boca y me apesta. Siento
que algo me jala hacia abajo y que mi boca va a estallar y, finalmente, escupo
todo en el mejor lugar que pude pensar: debajo de mi cama: no hay alfombra y no se logra ver inmediatamente
su interior. La caída es lo peor que me puede pasar, pienso antes de sentir
otro golpe de mi estómago. Salgo de debajo de la cama después de arroja todo lo
que tenía, con la boca amarga; decido salir y mi sorpresa fue desagradable al
ver como mis sabanas entraban por debajo de la cama.
Ya fuera veo el cuarto vacío de
mis padres y pienso: al fin en casa; pero me detengo a pensar cuando veo el
paisaje por la enorme ventana de mi sala, ¿cómo llegué aquí? , sé que estuve
tomando y alguien debió devolverme a la habitación, pero ¿a Cajamarca?, nadie
pudo haberme traído sin que yo recordara. Anoche, viernes, me acosté en Piura,
y hoy sábado estoy en Cajamarca. Cómo puede ser esto posible, sé que es sábado
porque no tendría otro motivo para venir a casa que no fuera por dos días; pero,
¿en realidad pude venir? “Es un sueño, ya los has tenido antes sobre estar en
Cajamarca” es la explicación más lógica que puedo dar a mi conciencia, que
tratando de dominar un sueño se da cuenta de que miento, además, acabo de
despertar de dormir unas cuantas horas. Analizo en torno mío: todo está donde
debe estar y mi cálculo del tiempo es demasiado correcto para ser un sueño. No puede ser posible. ¿He regresado de Piura?
, ¿Ya no estudiaré más en la Universidad? , o peor aún, ¿Estoy perdiendo la
memoria?, ¿Acaso está mi mente errando?- No importa, iré a ver a la mujer que…
amaba.
-¡Johan!- dice mi madre con
cierto tono de asombro y enojo que no reconozco bien. Doy la vuelta y la veo
claramente, en todo el tiempo que estaba pensando no me he movido ni un paso y
sólo he volteado la cabeza. Entra a mi cuarto y reconoce el desagradable
desastre que he ocasionado- ¡cierto! acabo de sentir un dolor fuerte, no es un
sueño, ahora tengo que averiguar lo que ha pasado-.
-¿Has ido a tomar otra vez?- al
instante reconozco esa voz: mi hermana.
Mi mente vuela, como siempre que
estoy algo excitado, y empiezo a preguntarme: ¿Acaso ella no me fue a ver
anoche?, ¿En dónde he estado realmente?, ¿Qué hago en Cajamarca?, ¿Qué día es
hoy?, ¿Cuánto tiempo ha pasado? Empiezo a forzar a mi mente que, un segundo
después de voltear y ver a Romina, la recuerda hablándome en mi sala. ¡Cierto!
, anoche estuve en mi sala, por eso no recuerdo que me llevaran a mi
habitación. Ser capaz de conectar esto me tranquiliza, pero algo me espanta al
instante: ¡¿Por qué no reconocí que estaba en mi sala, si he pasado toda mi
vida en ese recinto?! , ¿Por qué me pregunta que si he estado tomando?, ¿Acaso ella
no me vio cómo estaba?, ¿La vi yo realmente a ella?
En el umbral de la puerta empiezo
a perder los sentidos: escucho ruido, las exclamaciones de mi madre; veo una
figura acercándose, la de mi hermana; huelo un hedor, el proveniente de mi
cuarto; pruebo pestilencia en la boca, no la he enjuagado todavía; solo siento
claramente el malestar general de mi cuerpo y la perturbadora idea de que lo
que falla en mí, es la mente…
Veo una luz en la oscuridad: el
reloj de mi celular indica que son las 3:20 a.m.